Pues es asombroso. Me recuerda, salvando las distancias, a los taxistas de Buenos Aires. Me llamó la antención el hecho de que un taxista cualquiera fuera capaz de hablarte sobre Aquitectura, Historia o Urbanismo con total soltura en cualquier carrera por la ciudad. En Madrid no se ve eso. Es más: es impensable.
¡Cuánta capacidad desaprovechada hay por el mundo!
Y también me recuerda esto al hecho de que la mayor parte de la gente que se infravalora es precisamente la que más vale (¡conozco tantos casos!). Y los que presumen de mucho son los que menos tienen.
Es verdad que es asombroso. Dan ganas de ir a echar un vistazo por allá. Es un guía turístico bien original, aunque los soldados me han parecido aún más entrañables.
Últimamente veo que las cosas son, con harta frecuencia, justo lo contrario de lo que parecen.
Bogotá es una ciudad que esconde una gran cantidad de lugares maravillosos cargados de historia, de tristeza, de alegrías. Pero sobre todo es una ciudad con una gente de gran calidad humana que es, quizás, el mayor patrimonio de ésta.
Hace algún tiempo mi esposo (español de nacimiento pero colombiano de corazón) me pregunto por el nombre de este instrumento tan característico dentro del folclor musical colombiano. Pues bien, aunque me de vergüenza admitirlo, en ese momento lo único que salio de mi boca fue: raspa. Si, así como lo están leyendo, raspa. Afortunadamente no dije eso y me quedé tan tranquila, todo lo contrario, cuando me pasan estas cosas, más a menudo de lo que me gustaría, empiezo a investigar para que no me vuelva a pasar y sobre todo para estar un poco más empapada de todos los aspectos culturales colombianos, en cualquier ámbito. Y me di cuenta de que no era que no supiera el nombre, como no saberlo si es un instrumento típico colombiano, es que no me acordaba. Debo admitir también que a medida que pasan los años fuera de mi Colombia del alma, me cuesta recordar las palabras que usamos los colombianos para referirnos a una u otra cosa, otro motivo más para investigar y refrescar la memoria. ...
Siempre que intento recordar algún cuento de infancia el primero que llega a mi mente es El Renacuajo Paseador , y lo recuerdo con su pantalón corto, su corbata a la moda, su sombrero encintado y su chupa de boda. Y es que los cuentos de Rafael Pombo marcaron mi infancia de manera tal que hoy en día, ya pasados los 30 añitos, recuerdo casi al completo las letras de algunos de ellos. Por eso, por esos recuerdos, nace esta entrada en el blog, como homenaje a ese hombre que hizo que la mente de aquella niña se recreara a través de sus cuentos, de sus fábulas, de las historias que hacían de la infancia una aventura interminable con cada lectura. Pues bien, Rafael Pombo fue un escritor colombiano que además de escribir fábulas escribía también poemas y era traductor. Nació en Bogotá el el 7 de noviembre de 1833 y falleció a los 78 años de edad, en el año 1912, también en Bogotá. Se están celebrando homenajes que en toda Colombia con motivo de los 100 años de su fallecimiento...
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¡Cuánta capacidad desaprovechada hay por el mundo!
Y también me recuerda esto al hecho de que la mayor parte de la gente que se infravalora es precisamente la que más vale (¡conozco tantos casos!). Y los que presumen de mucho son los que menos tienen.
"Dime de qué presumes y te diré de qué careces".
Últimamente veo que las cosas son, con harta frecuencia, justo lo contrario de lo que parecen.
Cuanto la añoro.